Lo más peligroso de vender la envidia como forma de vida es que esta misma es el ancla que te impide mejorar en tu día a día, tus objetivos o simplemente en la manera en la que te relacionas con tus seres queridos. No un ancla en puerto seguro, más bien un ancla en medio de un océano de mala baba.
La envidia (del latín «invidere» del verbo «ver» mirar con malos ojos) nos hace entender por dónde van los tiros.
Hablando en plata, hace que pienses que lo que posee una persona se deba a una injusticia y no fruto del trabajo. Si lo piensas, cuando entiendes que algo se consigue por muchísimo esfuerzo, no te genera envidia. Cuando ves que alguien se saca un doctorado, una oposición, elementos que entendemos requieren de un esfuerzo y su consecuencia inmediata es algo tangible, no te genera envidia. Lo aceptas, te alegras o no por esa persona, pero lo sabes llevar bien.
El problema amigos, es que nuestra moral occidental determina QUÉ es merecido y qué no lo es. Lamento deciros que casi todo lo que se consigue proviene del esfuerzo, pero si tu sensibilidad (Capacidad para percibir sensaciones a través de los sentidos, o para sentir moralmente.) no está suficientemente trabajada en ese ámbito, vas a pensar que es fruto de la fortuna.
Ejemplo clásico: un “influencer” que gana miles de euros por subir una foto en sus vacaciones posando con una marca de loción corporal.
“Menudo sinvergüenza, qué suerte tiene”.
Eso, amigo mío, es ser un paleto. Porque no tienes sensibilidad a nivel de marketing, no conoces lo que es el ROI (return on investment) ni entiendes que para una empresa eso está generando dinero, más del que gastan y si generan dinero es porque esa persona (sea o no capaz intelectualmente, no es el punto) consigue vender.
El caso es que se puede extrapolar a prácticamente todo en la vida. Solo que, si no eres conocedor de ese mundo, no puedes saber el esfuerzo que conlleva llegar así de alto.
“Cómo puede ser que te vaya bien con una escuela de póker”. ¿Tú ves la cantidad de horas que trabajo a diario?
Como conclusión a esta primera parte, si no tienes ni idea del mundo de la moda, del póker, del deporte, del marketing, de la construcción, de la frutería; no opines sobre lo que es o no injusto.
Es peor cometer una injusticia que padecerla porque quien la comete se convierte en injusto y quien la padece no”. Sócrates
El mayor desafío emocional para el ser humano es gestionar el sentimiento de injusticia. Lo sé por los miles de alumnos que han pasado por mis manos, por el equipo que gestiono.
Y, spoiler, siempre tendemos a pensar que merecemos más, esté o no justificado.
Pongamos en un caso en el que nuestro compañero de trabajo gana un 20% más que nosotros por desempeñar unas tareas similares. Si partimos de la premisa que somos sensibles -entendemos del trabajo, sabemos qué es hacerlo bien o mal- vamos a reflexionar sobre por qué gana más que nosotros.
Si vemos la situación desde la envidia, esto va a impedir que mejoremos, va a concluir en que nunca lleguemos a conseguir igualar ese 20% y ya ni soñar el superarlo. Esto va a generar frustración, incapacidad de avanzar y no solo eso, ser una persona bastante desagradable con nuestro compañero y cuando el tema de conversación sea el laboral.
Esta forma de ver la vida impide que te pongas a currar para sacar tus castañas del fuego y que subyazca la máxima expresión de la inhumanidad, la falta de ganas de desear hacer cosas, la pereza.
Sin embargo, si cogemos la situación y arrancamos con vuelo alto, con un prisma diferente y entendemos que quizás y solo quizás, la compañía no regala un 20% así por la cara, nos permita mejorar.
Contemplemos la situación desde un punto de vista más racional. Si vemos a una persona con algo que nosotros nos gustaría tener, sea laboral o personal, y en vez de menospreciar al actor principal, le alzamos suceden varias cosas:
- Entablaremos más relación con esa persona y seguramente podamos aprender más de ella.
- Podremos mejorar nosotros mismos en áreas que nunca nos habíamos fijado anteriormente. Es posible que esté haciendo pequeños detalles que marquen una gran diferencia.
- Tenemos una referencia clara lo que nos evita cometer ciertos errores. Imaginemos que somos una agencia de marketing: si queremos conseguir ese tipo de trabajos/clientes y vemos que esa persona publica en su web todos los proyectos que realiza con un formato de vídeo y no todo en texto, nos ahorramos meses de testear estrategias por una sencilla razón: lo otro está demostrado que funciona.
“No creo en el destino porque odiopensar que no soy yo quien controla mi vida.” – Neo (Matrix)
A modo de conclusión espero que te haya cambiado la percepción aunque sea un mínimo la próxima vez que veas a alguien conseguir grandes o pequeños hitos. Que si te gusta lo que ves, ya conoces el camino: trabajo y esfuerzo.
Sí, es más fácil decir para tus adentros que todo son privilegios, que aquel jugador tiene suerte, que aquel empresario ha entrado en el momento oportuno y poco más. Está genial, vive así, pero luego que no te sorprenda si hay una clara bifurcación entre los que al menos intentan conseguir algo.
La única diferencia entre envidiar y admirar es lo que te aporta esa persona a ti mismo. La otra parte va a seguir igual de bien, le envidies o le admires. Pero tú, vas a recibir algo muy diferente hacia tus adentros. Tú eliges si alguien te inspira o alguien te estresa y provoca malos momentos de urticaria juiciosa.
Soy Miguel Teus, fundador y profesor de www.mentopoker.com, puede seguirme en twitteR: Spadejack10, Instagram: Teuso8 pero por favor, basta de seguirme por las calles.